Quién no se ha leído en su niñez un libro de Los Cinco donde se disfrutaba de la intriga saboreando cada capítulo, y deduciendo poco a poco quién podía ser el “malo”, o cuál podría ser la explicación del misterio.
Quién no se ha imaginado que era uno de los personajes, Jorge, Ana, Julián Dick, o incluso Tim, metiéndose en cada aventura.
Y a quién no se le hacía la boca agua cuando sacaban la cesta con la merendola, y la escritora Enid Blyton daba todo lujo de detalles de cada manjar que contenía, incluídos unos postres que te obligaban a ir a pedir a mamá una merienda para ti también.
Bueno, pues ahora Los Cinco han vuelto más modernos que nunca, con ilustraciones adaptadas a los tiempos que corren, más llamativas, dinámicas y expresivas. Y el texto combina varios tipos de letras para captar más la atención de unos lectores que ahora son más difíciles de seducir por la cantidad de estímulos a los que están sometidos a diario, y a quienes les gustan las respuestas rápidas y la acción.
En casa hemos leído Los Cinco y el Gran Enigma, una historia que mantiene el misterio hasta el final, y que lleva de nuevo a los protagonistas a la Isla de Kirrin, donde una luz en la noche alerta a Jorge de que algún intruso se encuentra en ella.
Pero no sólo está lo de la luz, otras cosas extrañas comienzan a suceder.
De la despensa desaparecen las galletas de Tim, naranjas, uvas…, y cuando acuden a la isla ocurre un extraño incidente con la chancla de Ana.
El misterio está servido, y los Cinco no pararán hasta desvelar el gran enigma.
A mis hijos les ha encantado y, aunque la edición es muy diferente (he rebuscado en casa de mis padres, y he encontrado mi colección), creo que es muy acertada porque logra captar la atención de los niños de hoy, que son muy diferentes a los que fuimos nosotros en su día.
¡Me encanta que lean lo mismo que leía yo!
¿Y a ti?
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