Luces de colores, escaparates engalanados, alegres villancicos, sabrosos dulces y manjares, bebidas espirituosas para regar esas entrañables y tradicionales comidas…
Todo invita a la ilusión y a la felicidad, pero también a la nostalgia y añoranza, decepción…
Es tiempo de tener la cara de los domingos durante demasiados días. Pero contigo es fácil porque es tu primera Navidad en que eres consciente de cuanto pasa a tu alrededor.
Con tus dos añitos me descubres en cada luz una ilusión nueva porque cada anochecer esperas con ojitos vivos al pie de la ventana del salón a que se enciendan las luces que adornan la calle, y saltas de alegría gritando: “¡Navidad, Navidad!”. Porque sólo tú eres capaz de hacer que esa magia inunde la casa y nos llene de vida a todos.
Ni siquiera sabes bien qué significa la Navidad, y sin embargo nos la inyectas en vena cada vez que escuchas un villancico, ves algún muñeco de Papá Noel colgado de una puerta, algún Belén o algún árbol con bolas.
Me pregunto qué es lo que pasa por tu cabecita…
Creo que simplemente percibes alegría, luz, color, besos y abrazos espontáneos en las calles, familias reunidas… e intuyes que tiene que ser algo bueno, y ¿sabes qué? pienso dejarme llevar por ti. Me pienso contagiar de tu magia y la pienso expandir con quienes me rodean.
Si estas Fiestas tus días se tornan grises y te invade la añoranza y la tristeza busca un niño y abrázalo. Estarás abrazando la Navidad.
Feliz Navidad!