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Adiós, tío

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Sus manos eran iguales que las de mi abuelo, algunas expresiones, su sonrisa… Es como si parte de él hubiera seguido vivo en su hermano todo este tiempo. Por eso me emocionaba al verlo, porque me impresionaba poder estar cerca de él aunque fuera en forma de recuerdo palpable.


Ahora se ha ido también. Por fin se reunirán todos los hermanos varones, y podrán bromear como lo hacían antes.


Mi abuelo era el alma de su casa, lo dice su otra hermana, la única que nos queda, una de las personas más buenas que conozco. Era bromista y guasón, como lo es mi hijo mediano. Hasta el otro día lo sorprendí caminando sujetándose las manos atrás, como lo solía hacer mi abuelo.


Hoy ha muerto otro trocito de él, el trocito más increíblemente parecido que quedaba. Un hombre amable, bondadoso y cariñoso. No lo traté demasiado por la distancia, pero en su mirada limpia veía la de mi abuelo, y eso me bastaba para quererlo.


Adiós, tío. Míranos desde arriba y cuida de nosotros.

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